Checa la versión impresa

METAMORFOSIS DE UN RIO URBANO

Por Federica Barba

Una lancha abre camino en medio de una alfombra de lenteja verde, misma que sirve de alimento para los patos. Con el movimiento de los remos apenas si se puede apreciar el agua pero no su profundidad. Mientras que alguien rema los otros tres tripulantes recogen ramas secas de los eucaliptos, papeles, botellas de plástico y vidrio que se encuentran flotando. Después la depositan en un guacal de plástico que está amarrada a un extremo del bote.

El recorrido termina cuando queda limpio una parte del Canal Nacional o por la intensidad del sol, a medio día. La basura se lleva a un punto donde el camión pasará por ella más tarde, sacan la lancha del agua y en una de las orillas la lavan y la guardan en casa de Alejandro.

Para Sadot Morales, vecino de los tripulantes, su labor no se remite a fines de semana sino  diaria. Mientras atiende su negocio de jugos y tamales en un extremo del puente que atraviesa el canal cuida que éste no se contamine y con otros vecinos da pláticas de educación ambiental a los visitantes.

Él recuerda que hace 22 años éste era un gran basurero, día y noche olía mal por el pasto empantanado, lirio, cartón, verduras, frutas en mal estado, botellas de plástico, llantas y muebles viejos. Se tiraban dentro y fuera de lo que antes eran aguas negras y contaminaban al agua tratada del canal. En 1993 se entubó el agua negra pensando que se dejaría de tirar basura, pero esto no sucedió.

A causa de esto los vecinos de las colonias Prado y Campestre Churubusco, Paseos de Taxqueña y Hermosillo de Coyoacán tenían que mantener sus ventanas cerradas y evitar salir por las tardes  para no encontrarse con una nube de moscos que invadía el canal todos los días.

Luz María Blancas no soportó más y fue la primera en salir de su casa con guantes y bolsas. Desde hace siete años tiene claro su objetivo, quitar la basura del canal y argumenta que,  “nuestro medio ambiente es una belleza que debe ser primordial”.

Todas las mañanas ella les decía a sus vecinos: “Vamos a recoger toda la basura pero yo sola no puedo”. Le contestaban: “Nosotros porqué, sí pagamos nuestros impuestos”. Algunos iniciaron ayudándole a cargar las bolsas llenas de desperdicio. Con el tiempo sus vecinos Armando Alvarado, Rosalía Treviño, Alejandro de la Vega, Alejandro Martínez y Sadot  han colaborado con Luz María.

En el 2003 pidieron a las autoridades de la delegación Coyoacán apoyo para quitar el cascajo del agua, así como las ramas más pesadas que se caían de los eucaliptos secos. La respuesta fue lenta, pero llegó.

También consultaron a investigadores de la UNAM para verificar la calidad del agua y poder introducir animales. Se hizo un examen minucioso al agua tratada, lo cual permitió que Sadot trajera los primeros críos de patos y gansos. Al principio se tenían que llevar los huevos a la Universidad para que nacieran y ahora los críos se reproducen ahí.

Los vecinos se denominaron Club de Patos y su objetivo va más allá de cuidar y mantener limpio el agua del canal, se trata de restaurar su hábitat original en el tramo que va de Río Churubusco a la Viga. Para ello se tienen que quitar los eucaliptos viejos y secos y plantar el ahuejote o el tepozán además de introducir ajolotes.

Este club facilita lanchas y chalecos salvavidas a los visitantes para que en un recorrido puedan ayudarles a cuidar el medio ambiente. Las personas que los observan en actividad los felicitan por su trabajo voluntario y Luz María les contesta: “No me felicite… ¡Hágalo!