A lo largo de mi andar por el asfalto del barrio he conocido que Coyoacán es una de las planicies más coloridas y diversas.

Diversidad entendida como una variedad de opciones de vivir, de relacionarse con los otros, de desempeñar una función útil para la comunidad.  Aquí caben todos.
En este sexto aullido exploré hasta el corazón de Santo Domingo y fui testigo de algunas transfiguraciones. Platiqué con la manada lésbico-gay, bromearon, se mostraron tal cual son.
Entre glamour y exclusión se hicieron presente en Las Tribus con el texto Estética Coyoacán. Su maquillaje solamente resaltaba las facciones, pues el ser humano resplandecía integro en un alarde rebosante de coquetería. A pesar de que aún son señalados con la mano, Miguel y los otros se saben hijos orgullosos del espacio donde viven, trabajan y se relacionan.
Con El Activista Ecológico me di el gran manjar de mi canina existencia con los patos y gansos del Canal Nacional, testigos de la Metamorfosis de un río urbano.
Husmeando en las historias cotidianas, me encontré en Orgullosamente de… con Sembrando la vida, un extraordinario relato de alguien que ha caminado más que yo en terrenos verdaderamente hostiles. Y echando una Mirada al Barrio ubiqué la guarida de otros depredadores que forman las Redes Vecinales, ellos me ayudan a distribuir la revista y todas las promociones culturales que pueda cazar.
Aúllo feliz porque he salido por fin a las ciberpraderas, donde gente de la gran red mundial puede conocer las historias cotidianas que nacen en nuestras calles. Existen ya más de mil 250 visitas en pocas lunas. Enhorabuena para todos, pues este es un proyecto comunitario, donde, reitero, nadie queda fuera. La discriminación cede su espacio a la integración
Sea pues este trabajo un pequeño reconocimiento a la diversidad que convive todos los días con nosotros y que merece todo nuestro respeto.