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ESTÉTICA COYOACÁN

Elí Sánchez

La sexualidad se vive, se respira a bocanadas cuando se mezcla con la libertad de decisión. Los géneros son atribuciones biológicas que nos permiten entender la naturaleza física de las especies, pero son incapaces de definir quiénes somos, qué sentimos o cómo lo hacemos.

Miguel González tiene algo en la sangre, lo puede sentir, pero ese algo no porta el nombre de algún virus o enfermedad maligna para la humanidad. Lo que Miguel siente es su homosexualidad.

Así como él, muchas personas tienen en la sangre sensaciones distintas al canon establecido por la sociedad, son muchas y muy diversas pero mantienen algo en común que las lleva a arraigar su fuerza y cohesionarse para salir frente al mundo a decir que están ahí.

 

Todas estas expresiones llevan sobre sí la losa de la discriminación social, engendrada por generaciones y finalmente adoptada por una mayoría de personas, muchas veces autonegada por ciertos líderes morales.

Miguel pertenece a un grupo de personas de Coyoacán que consideran importante asumirse como miembros de la sociedad de una forma responsable y comprometida, son componentes activos para la creación del bienestar integral comunitario, o en pocas palabras, beneficiar a la comunidad que los alberga difundiendo información sobre la diversidad sexual, violencia de género, enfermedades de transmisión sexual y campañas contra la discriminación en todos sus niveles.

Platicando con Miguel en la estética de su comadre Karla, las bromas de las demás compañeras no han parado. La actitud de quienes se consideran “vestidas” o “vestidos” es un reflejo fiel de lo que han tenido que vivir por el simple hecho de ser diferentes. Los gritos, insultos, burlas y desprecio que salen de las personas que han sido educadas por una cultura machista endurecen su carácter y los pone a la defensiva.
 
El grupo comprende bien los problemas que aquejan a los miembros de la comunidad lésbico gay, eso no significa que se centren en eso, el trabajo de este grupo toca a sectores vulnerables que requieren de hermandad para reivindicar aquello que los hace únicos.
Los colores van y vienen sobre el rostro de Miguel ahora quiere que se le llame por Miguela, mientras la peluca y las uñas duren será toda una dama por lo que debe ser tratada como tal, Karla, Estefani, Ana, Claudia y Elías miran cómo el hombre que apenas hace una hora mostraba una seriedad casi masculina, es ahora una diva imponente de vestido rojo.